Somos lo que comemos, que el alimento sea tu medicina…cientos de frases famosas nos recuerdan la importancia de una alimentación saludable. ¿Pero en qué consiste exactamente?
Por un lado, tenemos la faceta de las calorías, con demasiada importancia, quizás, dada la importancia que se le da en nuestra sociedad moderna a un concreto estándar de belleza que llega incluso a hacer enfermar a las personas que se ven atrapadas entre éste y sus inseguridades. Evidentemente, la obesidad, iguala que la extrema delgadez, pueden acarrear problemas para la salud. Si prestamos atención a lo que realmente necesita nuestro cuerpo, él mismo se mantendrá en equilibrio, y contar calorías va a dejar de ser necesario.
Por otro lado, la clásica perspectiva (occidental) de la combinación de nutrientes, es decir, teniendo en cuenta su composición química. Carbohidratos, proteínas, vitaminas, minerales, oligoelementos, deben estar presentes en nuestra dieta en las adecuadas proporciones para que nuestro cuerpo se nutra correctamente.
Pero ¿es la alimentación sólo cosa del cuerpo? Existen dos perspectivas más, también esenciales a tener en cuenta: la energética y la psicoemocional.
La energética nos dice que alimentos nos convienen más según nuestra constitución. A una persona menuda, que no le gusta el frío y con tendencia a pensar en exceso no le irá bien comer a menuda alimentos crudos como ensaladas. En cambio, a alguien robusto, que entra en calor fácilmente y con mucha capacidad de decisión, le sentarán mejor. La medicina china observa cual es la naturaleza de la persona para ver la naturaleza de los alimentos que le benefician.
Y llegamos a la perspectiva psicemocional, tan importante y vital para entendernos y entender nuestra relación con el mundo. La comida nos nutre, es conexión con la tierra, con la vida, y también con nuestras emociones. La relación que tenemos con la comida determina nuestra visión del entorno y de nosotros mismos. Puede ser también una conexión con nuestras raíces, nuestros ancestros. Cuando algo nos cierra el apetito, nos negamos a aceptar, a veces renegamos de la vida. Cuando comemos en exceso intentamos llenar vacíos internos, falta de cariño. Cuando nos alimentamos con cosas que nos perjudican nuestra inseguridad nos hace creer que no merecemos cuidados. A veces nuestra rigidez y exigencia se manifiesta no permitiéndonos disfrutar de aquello que nos gusta. Si rechazamos un determinado tipo de comida, podemos estar rechazando también una parte de nosotros mismos. Estas afirmaciones son muy generales y amplias, cada persona es distinta y se expresan diferentes patrones en su manera de alimentarse. Pero en todos los casos un desequilibrio alimenticio tiene detrás un motivo psicoemocional.
Trabajando en tu alimentación saludable no sólo mejoras tu peso, o tu salud física. Mejoras tu salud mental y espiritual. Mejoras tu relación con el mundo y equilibras el ego. Es una búsqueda de tu verdadero yo.
Si quieres dar el primer paso en este viaje de autoconocimiento, hacia la salud y la paz, te acompañamos.
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