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La espiritualidad como excusa

Intento escribir este artículo una y otra vez y nada me parece adecuado. ¿Cómo puede ser necesario escribir lo obvio?

Desde la intensificación de la masacre sobre el pueblo palestino, especialmente los primeros meses, prácticamente cada persona que pisa mi consulta siente ansiedad, rabia, una tristeza infinita, impotencia, desesperación.  Yo siempre les digo que les debemos al menos el seguir adelante, nosotros que podemos, que al menos no ganen la batalla en cada una de nuestras mentes, de nuestros corazones, de nuestras vidas. La esperanza y el contento con la vida como forma de resistencia, la mínima imprescindible.

Porque quizás no todos estamos en posición de ser activistas, no estamos aquí para juzgar lo que cada uno es capaz de hacer y sostener. Pero no podemos concebir la salud, la salud mental, y aún menos el crecimiento personal y la espiritualidad, sin tener conciencia social.

Para aclarar términos, espiritualidad es conciencia de la unidad, reconocimiento del todo del que formamos parte, y de que nuestra individualidad es solo un espejismo, una herramienta que necesitamos en esta vida. Espiritualidad es abrazar la Realidad de lo que somos y defender la Verdad, sea la que sea, como mínimo en nuestros corazones.

Crecimiento personal es conocer nuestros valores, rescatarlos de las capas de emocionalidad y ego que los esconden, y cultivar el coraje de actuar de acuerdo a ellos. De dejar de vivir en piloto automático y ser quién realmente somos. Renunciar al confort del autoengaño y abrazar la responsabilidad.

No, la espiritualidad no es neutra, porque, aunque en el mundo del espíritu no haya dualidad, la hay aquí y ahora, y es un deber posicionarse con la verdad y la justicia.

Sí, debemos cuidar de nosotros mismos para poder cuidar de los demás. Pero enrocarse y refugiarse en las prácticas para sentirnos bien y esquivar lo incómodo es otro engaño de nuestro ego para que sigamos enfocados en nuestro ombligo.

La verdad puede ser dolorosa, y huir de ello no nos hace espirituales, nos hace cobardes. Podemos entender, incluso comprender, pero nunca justificar. Podemos conocer nuestros límites y no ir más allá de lo que nos permite nuestra capacidad, pero no negar la realidad para no sentirnos culpables. 

Si tu práctica espiritual y de crecimiento personal no te hace revisar tus conceptos vitales,

Si no beneficia a nadie más que a ti

Si siempre te hace sentir bien

Si no te hace empatizar con otros

Si no te enfrenta a tu ignorancia

Si no te hace reconocer la injusticia

Si no te hace replantear tu privilegio

Si no te hace salir de tu burbuja y conectar con realidades ajenas

Si no derrumba tus prejuicios

Si no te ayuda a darte cuenta de que cada persona en este mundo es tu familia, y merece vivir en paz exactamente igual que tú,

eso no es espiritualidad, es egocentrismo, es lavar tu conciencia, es quedarte exactamente dónde estabas mientras te escondes en un constructo que te hace creer que estás evolucionando y te protege de la culpa del egoísmo.

La sociedad no cambiará hasta que nosotros cambiemos.

No existe libertad individual sin toma de conciencia social. No hay activismo sin interioactivismo[i]. No hay iluminación sin servicio y entrega. 

Nadie será libre hasta que todos seamos libres.

¡Palestina Libre! 


[i] Interioactivismo es un término acuñado por Maria Angeles Nvumba Mañana @Psicoterapiamnm, se refiere al crecimiento y conocimiento personal necesario para percibir como el sistema impacta de tal manera en las personas perjudicadas por los sistemas de opresión, que sus acciones pueden continuar alimentando ese mismo sistema contra el cual se lucha, afectando a nivel individual, a sí mismo,  y también al colectivo del que forma parte, o incluso repetir el mismo patrón en otros colectivos.