Vivir la Navidad sin ansiedad
Vivir la Navidad sin ansiedad

Vivir la Navidad sin ansiedad

La Navidad se supone una época de paz, de amor, de celebración y alegría. Pero hay también muchos puntos de las fiestas que pueden generar ansiedad: las ausencias, las comidas familiares, las compras, los compromisos, la manera de enfocar las fiestas para nuestros hijos, como vivirla si se practica otra religión…

Sea cual sea tu situación tener en cuenta las siguientes recomendaciones puede serte útil para mejorar tu experiencia este año:

Dale espacio a tu emocionalidad: sea porque has sufrido una pérdida, o te estresa estar en contacto con demasiada gente, date espacio para procesar lo que sientes. No te niegues, no trivialices ni invalides tu vivencia con frases mentales como «deberías estar alegre», «no es para tanto» o cosas peores…Háblate con respeto y amabilidad. Observa y acepta tu emoción. Desde ahí podrás realmente transformarla. Si, por ejemplo, sufres por una persona que ya no está, no te castigues, tómate una tarde para pensar en ella, llorarla, escríbele y dile lo que la vas a echar de menos. Luego no nos quedamos ahí regodeando ¡eh! Una vez atendida va a ser más fácil trascender esa tristeza y vivir las fiestas con el recuerdo de esa persona presente sin que la emoción te impida disfrutar a su vez.

Respeta tus límites, desde la compasión y la empatía: obviamente vamos a tener que encontrar un término medio, en el cual podamos atender las necesidades de nuestros seres queridos sin desatender las propias. Evidentemente, dependiendo de cual sea tu situación concreta, tienes derecho a, por ejemplo, no ir a las comidas familiares. Si decides ir, sé amable con los demás y contigo misma. No significa que debas permitir todo. Puedes decidir no hablar de ciertos temas o no responder ciertas preguntas, no reaccionar a las provocaciones para entrar en conflicto. Decidir cómo y cuando, por cuanto tiempo. No te preocupes por ser juzgada, tú eres a la única persona a la que debes rendir cuentas.

Actúa de acuerdo con tus valores: la manera en que celebras, compras, educas, vivencias, tiene que responder a tus propios valores y creencias. No dejes que nadie decida por ti, ni te manipule para hacerte creer que las cosas deben ser de una cierta manera. Si quieres comprar 1.000 regalos o ninguno, por ejemplo, debe responder a lo que para ti importa, no a lo que e los demás esperan que hagas. De la misma forma, respeta las decisiones de los demás sin juzgar, y no lo tomes como algo personal.

Sé firme con tus decisiones y respetuosa con las de los demás: hoy en día hay mucha diversidad en nuestra sociedad y no todo el mundo considera las tradiciones de la misma manera. Desde la cantidad de regalos a comprar, el tipo y cantidad de comida, como explicar los diferentes eventos…puede ser que otras personas de tu familia hayan decidido transmitirlo a sus hijos de una manera distinta, o quizás seas tú, y sea difícil que el resto lo entienda y lo acepte. Sé firme y respetuosa a la vez, y da aquello que esperas recibir. A los que comparten contigo las fiestas transmíteles claramente pero con amabilidad que para compartir los espacios es necesario que no impongan su manera de vivir la festividad. Y que si has decidido no comer carne, por ejemplo, no va a poder ser lo de comerte la tradicional pierna de cordero, y habrá que buscar nuevas tradiciones, que integren las diferentes formas de vivir. Si te toca cocinar y te apena que ya no aprecien los platos de toda la vida, recuerda que las tradiciones pueden renovarse y adaptarse a las nuevas situaciones, lo importante es poder compartir buenos momentos.

No esperes que sea perfecto: seguro que hay imprevistos, problemas, malentendidos. Acéptalo de antemano, y predisponte a encontrar soluciones desde la calma.

Desconecta de redes sociales: el gran circo de las redes nos da una imagen idílica de realidades que no lo son. Eso puede despertar sentimientos de frustración, envidia, tristeza…vive tu vida sin compararla con la de nadie y ten tus mejores fiestas posibles.

Date un tiempo sólo para ti: en medio de tanto compromiso, compras, prisas, comilonas y cenas de empresa, date un tiempo para descansar.

Y recuerda que cualquier momento del año es bueno para hacer balance, para empezar, para hacer limpieza, para reemprender, para estar con los que amas, para regalar, para celebrar, para compartir el espíritu de la Navidad.

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